17 de diciembre de 2009

HENRI MICHAUX: "EL MUNDO SE ALEJA DE TÍ"

“Una escritura que habla del otro que habita en nosotros mismos.” Así caracterizó recientemente Jean-Michel Maulpoix a la obra de Henri Michaux (1899-1984), que alguna vez definió a su propia literatura como un “recorrido”: “Escribo para recorrerme. Pinto, compongo, escribo: me recorro. Es la aventura de estar en la vida.” Diálogo interminable consigo mismo, la poesía de Michaux traza una travesía hacia los paisajes en que se despliega el “espacio interior” del ser: la imposibilidad de estabilizar la relación entre el ser y sí mismo, el sentimiento de una privación irremontable, de una inadecuación entre el yo y el mundo."

Henri Michaux


(Francia, 1899-1984)


Poeta francés de origen belga, muy conocido también por sus pinturas y dibujos. Nació en Namur en el seno de una familia de clase media. En 1919 abandonó sus estudios de medicina y se embarcó en un largo viaje rumbo a Río de Janeiro y Buenos Aires. De regreso a París, en 1923, estudió literatura y después volvió a viajar hasta 1937 por la India, Asia y América del Sur.
Su creatividad verbal puede considerarse como un ejercicio visionario en el que las palabras, desligadas de su uso común, se emplean para transmitir más un impulso que un significado. Michaux exploró el 'espacio interior' de un modo similar al de Cendrars, y su imaginación poética se vio fortalecida por una intensa observación de la realidad, como se pone de manifiesto en sus novelas Ecuador (1929), relatos de sus viajes y peripecias en esa región de América del Sur, o Un bárbaro en Asia (1932). Michaux estaba fascinado por las obras de Paul Klee y W. Wols; desde 1925 buscaba
un medio de expresión visual.

YO REMO
Maldije tu frente tu vientre tu vida
maldije las calles que tu andar enfila
los objetos que tu mano aprehende
maldije el interior de tus sueños
Puse una charco en tu ojo que ya no ve
un insecto en tu oreja que ya no oye
una esponja en tu cerebro que ya no comprende
Te enfrié en el alma de tu cuerpo
te congelé en tu vida profunda
el aire que respiras te sofoca
el aire que respiras tiene un olor a sótano
es un aire ya espirado que fue desechado las hienas
el estiércol de ese aire ya nadie lo puede respirar
Tu piel está toda húmeda
tu piel suda el sudor del gran miedo
tus axilas exhalan a lo lejos un olor a cripta
Los animales de detienen cuando pasas
los perros aúllan por la noche, con la cabeza
enderezada hacia tu casa
no puedes huir
no te llega ni siquiera una fuerza de hormiga a la
punta del pie
tu cansancio hace tronco de plomo en tu cuerpo
tu cansancio es una larga caravana
tu cansancio llega hasta el país de Nan
tu cansancio es inexpresable
Tu boca te muerde
tus uñas te arañan
ya no es más tuya tu mujer
ya no es más tuyo tu hermano
la planta de tu pie es mordida por una serpiente
furiosa
Han babeado sobre tu progenitura
han babeado sobre la risa de tu hijita
han babeado frente al rostro de tu morada
El mundo se aleja de ti
Yo remo
remo
remo contra tu vida
remo
me multiplico en remeros innumerables
para remar más fuertemente contra ti
Caes en lo vago
careces de soplo
te fatigas ante el menor esfuerzo
Yo remo
remo
remo
Te vas, ebrio, atado a la cola de un mulo
la ebriedad como un enorme parasol que oscurece
el cielo
y junta las moscas
la ebriedad vertiginosa de los canales semicirculares
comienzo mal atendido de la hemiplejía
la ebriedad no te abandona ya
te tumba a la izquierda
te tumba a la derecha
te tumba sobre el suelo pedregoso del camino
Yo remo
remo
remo contra tus días
En la casa del sufrimiento entras
Yo remo
remo
sobre una faja negra se inscriben tus acciones
sobre el enorme ojo blanco de un caballo bizco
rueda tu por venir
YO REMO
LA PEREZA


El alma adora nadar.
Para nadar es preciso extenderse sobre el vientre. El alma se disloca y huye. Huye nadando. (Si vuestra alma huye cuando os encontráis de pie, o sentados, o con las rodillas o los codos doblados, para cada posición corporal diferente el alma partirá con un modo de andar y una forma también diferentes; esto lo estableceré más tarde).
Se habla a menudo de volar. No es eso. Lo que hace el alma es nadar. Nada como las serpientes y las anguilas; nunca de otro modo.
Numerosas personas tienen así un alma que adora nadar. Se las denomina vulgarmente perezosas. Cuando el alma a través del vientre abandona el cuerpo para nadar, se produce una liberación tal de no sé qué; es como un abandono, como un goce, como una relajación tan íntima...
El alma va a nadar en la caja de la escalera o en la calle, según la timidez o la audacia del hombre, pues siempre guarda un hilo entre ella y él, y si este hilo se rompiese (es a menudo muy delgado aunque se precisaría una fuerza espantosa para romperlo) sería terrible para ambos (tanto para ella como para él).
Cuando se encuentra pues el alma nadando a lo lejos, gracias a este simple hilo que liga al hombre con el alma, se derraman volúmenes y volúmenes de una especie de materia espiritual, como el barro, como el mercurio o como el gas -goce sin fin.
Por eso el perezoso vuélvese cerril. No cambiará nunca. Por eso es también que la pereza es la madre de todos los vicios. ¿Hay acaso algo más egoísta que la pereza?
La pereza tiene también fundamentos que el orgullo no posee.
Pero siempre la gente se encarniza con los perezosos.
Cuando están recostados los golpean, les echan agua fría sobre la cabeza; no les queda otra cosa que apresurarse a hacer regresar su alma. Os miran entonces con esa mirada de odio tan conocida y que observamos particularmente en los niños..




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