Mea culpa. Los románticos de la medicina hemos sido excesivamente incautos. Pensábamos que el paciente siempre representaría un elemento de culto, ajeno a las dinámicas que marcan las cadenas de producción; que los quirófanos serían templos donde la conducta estaría condicionada exclusivamente por la responsabilidad y el respeto al paciente; y que el juramento Hipocrático remedaría la espada de Arturo en esa mesa redonda del honor y la dignidad médicos. Pero me temo que en algún momento dejamos ingenuamente que unos intereses disfrazados de modernidad traspasaran las fronteras invisibles de lo éticamente recomendable.
Un ejemplo oportuno. En un principio el informático vino a echar una mano, a facilitar cierta tarea y así permitirnos más y mejor tiempo para lo fundamental, que no es otra cosa que el paciente. En aquel entonces, no tan lejano, la imaginación volaba hasta un futuro verosímil donde la medicina se serviría de esta nueva herramienta para llegar a mejores cotas de eficacia y precisión; más aún que como un presente mejorado, el futuro se presentaba como una transición a la realidad de una ciencia hasta entonces ficción.
Pero hay algunos sin embargos relevantes. Esta nueva simbiosis informática/medicina no se limitó a ser sólo ni mayoritariamente tan bondadosa, que también. Aquella inicial perspectiva isométrica se fue desplazando progresivamente y transformando en otro tipo de paisaje alternativo, menos idílico y más pragmático. Por supuesto que no siempre, pero me temo que sí mayoritariamente. Es, o podríamos interpretarlo así, como la versión prêt à porter de un proyecto de alto diseño. Nada sorprendente, por otro lado, para cualquier aficionado a observar la realidad y sus intrincados condicionantes.
De esta manera lo que al inicio era un esfuerzo de adaptación y sincronización de ambos campos, y de forma progresivamente creciente, se fue traduciendo en la imposición de criterios de índole puramente informática sobre aquellos de tipo médico y, lo que aún es peor, en la intromisión y ocupación de ciertos espacios físicos y psicológicos imprescindibles. No debió de sorprendernos si hubiéramos estado atentos pues la informática, financiada desde unas gerencias con mentalidad economicista, enseguida se reveló como una poderosa herramienta que permitiría reducir los gastos en recursos humanos. Para ello no se establecieron ningún tipo de fronteras y es en la actualidad y en muchos casos que el propio personal sanitario y en el propio quirófano quien y desde donde se introducen los datos y se rellenan las pantallas que facilitan la facturación posterior, en detrimento de una adecuada atención al paciente. Esta imagen que os muestro no intenta ser una fotografía de la realidad, sino la de una tendencia creciente que, como en un cáncer, crece y se infiltra desplazando a otras responsabilidades prioritarias. Y como quiera que es mucho más barato y fácil someter a los profesionales sanitarios a los criterios informáticos que adaptar los programas a las necesidades de los profesionales, tras encarnizadas e infructuosas discusiones con el informático o con el gerente de turno, en múltiples ocasiones el previsible final es la abdicación de principios que nunca debieron verse cuestionados.
Todo este engorroso preámbulo que os cuento me viene a la cabeza a propósito del trabajo de Jorinde Voigt. Este artista, nacido en 1977 en Frankfurt, plasma en sus dibujos invisibles procesos en la comunicación, buscando formas de escribir que representen una interacción dinámica y viva con la realidad misma. Y porque me ha recordado a uno de mis compañeros, el Dr. Jimenez, quien se quejaba hace poco de que, desde que tiene que realizar sus anotaciones en la pantalla del ordenador, ha tenido que renunciar a aquellos dibujos elementales que antes incluía en sus historias médicas y donde con un simple garabato encerraba una cantidad y calidad de información útil e irreemplazable sobre el paciente que ahora es ya imposible.
8 comentarios:
Javier,
Los dibujos son impresionantes. Y lo que comentas de la tecnología no sólo en la medicina está haciendo la vida más rigida y nos va imposibilitando para la comunicación...me pregunto si con el tiempo no serán necesarias las palabras.
Saludos grandes grandes.
Los dibujos me han gustado mucho y tu disertación más, es una pena como la tegnología tiene esa parte que nos deshumaniza
Un beso
!Qué pedazo de blog!, y esas palabras en ese perfil, sobre la comunicación, siempre lo digo. Para mí es muy importante el contacto humano y la forma en la que nos relacionamos, lo echo de menos.
No voy a extenderme más.
Felicidades.
Garabatos? gráficos? arte?...confieso que me he perdido pero el texto está como para ahondar en la cuestión filosófica de la des humanización que ataca en los distintos ámbitos.
saludos.
Javier, excelente post, planteas un tremendo tema que no está en el debate y además muy bien escrito. El problema, a mi parecer, sigue siendo Humano, es decir, como ocupa nuestra especie las herramientas que ella misma va creando. La medicina como negocio es un asunto tremendo y falta que hace poner este tema en la palestra. Pondré un enlace especial de mi blog a este post recomendando su lectura.
Un fuerte abrazo y mi gratitud por tu presencia en La Cala.
Más allá de por tu prosa, que también, lo cierto es que venir a verte es aprender. Javier.
Genial post como siempre, y paradójico que el medio en el que se materializa la queja sea una herramienta tecnológica.
Una vez más tus reflexiones son geniales Javier. Además de certeras están escritas con una agudeza y un lenguaje perfectos. En un principio los criterios de eficiencia nos parecieron imprescindibles para sostener una medicina que cada vez era mas cara. Lo malo es que lo que en principio juzgamos como un camino hacia la excelencia se está convirtiendo en un AHORRO ramplón, no sólo de recursos humanos, sino de todo tipo, baste como ejemplo el constatar que cada vez hay más material quirúrgico en el que figura "made in China".
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