20 de junio de 2011

EXPLORANDO LA INDIGNACIÓN

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Algo hay en la utilización que se está haciendo de la palabra indignados que no me gusta. Algo que devalúa su contagio por la red y que tampoco me gusta. Como si quisieran desnudar y encerrar sus cuerpos. Elucubro. 


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En el resbaladizo terreno del pensamiento uno puede especular con aquello que cree ser con la única certeza de quien explora un universo por el que a su vez se sabe explorado. Así es como me atrevo a decir lo que digo. No me cabe duda de que no somos nuestros pensamientos, por mucho que estos puedan influir en nosotros, y que probablemente tampoco seamos nuestros sentimientos. Pero sí tengo la seguridad de que estos últimos condicionan nuestros actos de una manera tan determinante que la mayoría de los primeros buscan precisamente la transformación cuando no la franca manipulación de los segundos. 








Creo que en el siglo XIX el descubrimiento de un nuevo mundo marcó el inicio, esta vez desde Alemania, de una era moderna que llenaría de luz el hasta entonces oscuro mundo de la psiquiatría. Me refiero a Freud y al nacimiento del psicoanálisis. De aquel acontecimiento, de tanta trascendencia intelectual como científica, surgieron nuevos conceptos para el renacimiento de un nuevo pensamiento capaz de redefinir al hombre. Ahora, el origen alemán de este acontecimiento y su paralelismo con aquel otro renacimiento del XV-XVI me provocan la ficción –por puro capricho- de añorar a otro Lutero que pudiera desmontar el ambicioso mercado de injusticia que ha surgido alrededor del dios capital. Pero esta es otra historia. 


A Young Man at His Window 1875 Gustave Calliebotte



Lo cierto es que hoy en día nuestro subconsciente está tan acosado por la cultura del marketing, tan acostumbrado a sus mensajes subliminales, que hemos perdido gran parte de la capacidad de discernimiento necesaria para defender su vulnerabilidad. Porque al final es por ahí por donde entra, casi insensiblemente, la mano ajena que moldea nuestra emotividad más plástica.

Los denominan indignados. Y aunque suelen entrecomillar el adjetivo, algo en el subconsciente me rechina cuando lo veo. 



Me gusta la aclaración que hace Marina cuando intenta evitar la confusión entre indignación e ira. Con su habitual lucidez puntualiza que la ira, ese enfado que llega a violencia, por donde el rencor asciende hasta el odio, puede presentar la forma de una manifestación trágica como es el desprecio o una generosa y moralizadora como es la indignación. Generosa porque puede relacionarse con el mal realizado a otros. Moralizadora porque el desencadenante puede ser algo injusto, muestra de desprecio hacia el objeto indignante. 




Creo pues, desde mi subjetividad, que los que descalifican de forma más o menos evidente las iniciativas del 15-M y utilizan la palabra indignados con aires peyorativos, intentan meter su mano invisible en nuestros sentimientos para decirnos que hay vergüenzas escondidas bajo su ropa, e intentan desnudar impúdicamente la piel de su amenazante cuerpo virtual. Pero yo veo a ese cuerpo generoso y moralizador, un cuerpo que no puede ser humillarlo ni encerrado porque es el cuerpo de jóvenes hermosos y libres. 




Es posible que los peces nos crean seres encerrados en la superficie. Observo a la indignación mientras ella me observa. Ambos nos exploramos.








11 comentarios:

Paloma Corrales dijo...

Es apasionante seguir el hilo de tus pensamientos. Quiero creer que esa mano invisible no lo tiene fácil.

El corto es muy bueno. Gracias.

Besos.

U-topia dijo...

Qué imágenes y vídeos tan inquietantes...

Es interesante lo que dices y dado el control que ejercen sobre la sociedad, no es de extrañar que exista esa mano invisible que va directa a la parte de los sentimientos. Han intentado desprestigiar este movimiento desde el principio porque, de momento, no lo han podido controlar y eso es lo que les da miedo, lo que les inquieta y los tiene tan histéricos como para hacer la representación que se hizo, aquí en Catalunya, con las acciones del Parlamento.

Indignados, violentos, perroflautas............... cualquiera que haya ido a las manifestaciones sabe lo que había en ellas...... ¡¡¡que no nos despisten!!!

Un abrazo!!

Felicidad Batista dijo...

Javier, tu texto invita a reflexionar desde la primera línea y en cada una de ellas, surgen las ideas y sus "subseries". A la luz de lo que comentas creo que esa "mano invisible" padece también cierta indignación, más cercana al desconcierto. Después de producir una crisis mundial, poner a buen recaudo sus intereses y capitales, retomar el control de los mercados, sitiar a los gobiernos y estos obedecerles. Si contemplaron alguna subelvación no pasaron de la simple algarabía. El 15M es un movimiento que de acamapadas en las plazas ha pasado a invadir las calles y, por suerte y ahí puede estar su salvación, no es un grupo homogéneo, monolítico, estructurado al modo de un partido, una asociación o un grupo de intereses al uso, por tanto más difil de manipular. Son las voces de la calle, jóvenes sí, los que más, pero cada vez es más amplio el abanico social que participa, apoya y defiende. ¿Hay motivos para la esperanza? Más que el 14 de mayo.
Saludos

César dijo...

También había observado el desprecio en la palabra "indignados". La reflexión es necesaria y el subconsciente les hace pensar: poca indignación es esa, para tanta tranquilidad.Por el contrario, cuando la indignación trepa y se convierte en ira, ya tienen los motivos para su descalificación: no es indignación es violencia.

Alguien de tus conspicuos lectores lo ha dicho: temen, porque aún no lo controlan. Y digo aún, porque mi mucha edad y mi poca confianza me hace pensar que el ataque empezará por las cabezas, hidras vulnerables al canto de sirenas, al poder y tal vez a algún dinero proviniente de partidos que quieran aprovechar la fuerza de esa razón. Fichajes.

Colorín dijo...

Gracias Javier por plantearnos este tema, pero en mi opinión tenemos tantos problemas y tan graves que no puedo creer que gente con "buena voluntad", salvo que sea muy imprudente, se dedique a crear un problema nuevo en vez de buscar soluciones.
Creo que la indignación, con todos los matices que queramos ponerle, no arregla nada, es más, embota la mente e incapacita para buscar soluciones.

Gabriela Amorós dijo...

Me permito compartir esa desnaturalización o tal vez vacío de contenido de la palabra indignación. El uso y el abuso de la misma tal vez haga indignos para echar mano de ella... me acuerdo de K.Kraus que decía que la mitad del tiempo se la pasaba indignándose y la otra mitad resistiendo,... esa indignación si que forjo toda una filosofia de martillo, esa que deconstruye, que horada, que derrumba tanta conciencia apelmazada, basada en parámetros repetidos, clonados,... esa maqueta que no concibe el chasquido por aquél infame apelmazamiento de su estructura...
Comparto visión con ésta y otras muchas entradas de tu espacio que abordan temas con ese deconstructivismo dirigido inteligentemente.

Las fotos son fascinantes y aportan mucho a la reflexión.


Un abrazo.

Gabriela

Adriana Alba dijo...

Demasiadas flores de plàstico y juguetes a control remoto...

Inflamamos nuestras neuronas cuando el discernimiento toma cauces equivocados.

Tus imàgenes al igual que tu texto son un lujo y una estupenda reflexiòn.

abrazos.

Mixha Zizek dijo...

Han dicho cosas tan precisas a esta estupenda entrada. Que acoto:
Las cosas no son las que aparentan ni la realidad se construye sola la hacemos todos juntos.

Agrego, videos excelentes y fotos que me dejaron pensando en lo que pusiste: quién es el encerrado o quién es el que observa?? Diría que todo depende del cristal por donde se mire. Ya lo demás son como adornos del diario. Sea ese indignarse observando. Sin nada de nada.


Estupenda entrada, muy reflexiva, besos

E. C. Pedro dijo...

Javier, no es en efecto fácil saber qué es la indignación, ni cómo somos cuando lo estamos. Hay algo de saludable en esta expresión popular, que desde algunos extremos puede resultar desconcertante. Saludable porque indica conciencia de que se tiene conciencia de la fragilidad de cierto desarrollo y de ciertos alcances. Desconcertante porque otros correlatos, otras vivencias sociales, son tan extremas que la indignación no es fácil de alcanzar.

Muchos saludos.

Jezabel Montenegro dijo...

A mí tampoco me gusta eso de "los indignados", me resulta muy despectivo y cargado de oscura intención contraria, pk independientemente del significado, indignado está sonoramente demasiado cerca de "indigno", lo contrario a "digno", que es lo k más se ajustaría a los que protestamos en cuanto a lo relacionado con "dignidad", me explico? Mal, pero seguro que entiendes lo que quiero decir,
besazo.

P.d.: qué claustrofobia me dan las fotosssssssssss

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Como siempre, me preocupa la obsesión por definir y definirnos, la premura por ser catalogados y etiquetados. No todo ha de caber, necesariamente, en una palabra. Abrazos.

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