5 de noviembre de 2014

FRAGMENTOS FRAGMENTADOS


"Todo hombre se parece a su dolor."
André Malraux.







"La distancia ya no es un impedimento.
Y a este lado hablamos como si estuvieras.
Es un tipo de cojera que puedo soportar.
Una ficción para sobrevivir intacto.
A tu ausencia."

Fragmento

















"Apenas te empeñas en llevar a cuestas la esperanza de una justicia pendiente, el esfuerzo por no quedar anclado en el pasado irresoluto e irresoluble se convierte en una quimera. Haber vivido contagia de un pretérito tan contextualizado que es imposible evocarlo sin perder gran parte de su esencia. Querer rescatar aquello que debiera permanecer en la conciencia colectiva es una empresa humana de categoría encomiable, pero inútil. Esa conciencia se pierde por entre las rendijas del presente de la misma manera que lo hace el agua entre los dedos de las manos. El presente lo ocupa todo y si algo puede hacerle sombra es tan solo la inminencia de un futuro con olor a presente. Así, la necesidad de manipular el ahora es prioritaria para quienes diseñan nuestra vida y nuestra realidad, ambas son elucubraciones mucho más sensibles al miedo y al dolor posibles que a ese análisis individual y coherente tantas veces descalificado por el poder de turno redefiniéndolo a su antojo. No hay otra posibilidad habitable ante la soledad del proyecto y su tamaño que fijar en nuestros genes la importancia de la reparación y la justicia, si acaso sea para evitar de uno mismo en la medida de lo posible el daño y la injusticia reiteradas. Y, para quien pueda y sepa, escribir unas palabras, un libro, o grabar una imagen y mostrarlo todo, como quien lanza con fuerza semillas al aire.

Esta y no otra fue la seña de identidad de Julien, superviviente de una guerra plagada de batallas sin medalla y de un campo de exterminio que no consiguió acabar con su voluntad de decir al mundo la verdad, un hombre aún joven que mostraba sin pudor su imagen avejentada y al que la amputación de sus piernas había postrado a esa altura del suelo desde la que es imperativo mirar desde abajo. La resistencia que tenemos la gente a volver sobre aquello que queremos olvidar, hacía de este hombre un símbolo condenado a ser ignorado. Mirar para otro lado con disimulo era la forma natural en la que Julien percibía a los demás ya sin el más mínimo atisbo de extrañeza o descontento. Le conocí por primera vez en la Rue de Saint Simon, apoyado en la fachada de la tienda de “Affiches Anciennes” Elbé que hace esquina con el Boulevart Saint Germain, en cuya acera vendía su libro tras un cartel cuyas letras hacían de aquella iniciativa un acontecimiento de reparación tan inconcluso como necesario. Hace de aquello más tiempo del que estoy dispuesto a reconocer, pero mucho menos del que se necesita para abandonar en el olvido las deudas del corazón.

Bajo el título “Coups contre une noyade collective”, con apenas unas decenas de páginas y en un papel amarillento en franco deterioro, los escasos ejemplares se apilaban ante la mirada perdida de Julien como si este llevara ocultándose tras ellos toda su vida o los usara simplemente como apoyo, y puede que fuese precisamente esa falta de aparente motivación, esa resignación a mantenerse en el empeño, ese indicio de inútil tenacidad ante la muerte, el intento desesperado por sobreponerse a la inminencia de un final previsible, lo que despertó en mí la ternura y el interés por su persona y su historia. Todo un hallazgo que se reveló después como uno de los acontecimientos más determinantes en mi vida.

Si me detuve en el primer instante frente a él fue más atraído por su reflejo sobre el escaparate de Elbé que por él mismo. ¿Qué causa ese ahogamiento?, le pregunté. Es la voluntad, llevo dos días sin comer, me respondió. Pero dígame, insistí, ¿qué es eso que nos puede salvar y de qué? Se lo explico si me paga un bocadillo y una cerveza, me dijo. Dudé por un instante antes de asentir. Entonces sacó dos mecanismos de su mochila y se los ajustó en los muñones que tenía a la altura de sus muslos, se levantó hábilmente ayudándose de una muleta, recogió sus libros atropelladamente y me miró esperando que despertara de mi fascinación y comenzara a andar. Sentados en una mesa de la terraza del Café Brasserie Saint Germain es donde comienza realmente esta historia."

FRAGMENTO















Las fotorafías en "El legado de la guerra"

5 comentarios:

Berni dijo...

Resulta extremadamente curiosa la capacidad del ser humano por ver, recordar u olvidar lo que precisa según su "necesidad":
Pretendemos engañar la mente y los sentidos construyendo una realidad imaginaria y virtual, quizá con la mera pretensión de cegar un presente doloroso, aburrido o inaceptable, inventamos sorprendentes máquinas que nos permiten atrapar en fotogramas parte de lo que desearíamos perdurara por siempre... y sin embargo ignoramos y desterramos en el más absoluto de los olvidos todo aquello que pese a resultar intrínseco a nuestra existencia y formar parte innegable de la realidad, la que nosotros mismos hemos creado, se nos antoja despreciable,indigno u obsceno...

Me ha encantado Memex de Duologue, es sencillamente impresionante. He disfrutado mucho dándole al play una y otra vez... :)
A decir verdad, siempre que paso por aquí quedo atrapada en el momento, pues este delicioso ámbito que construyes conforma un nirvana virtual en el que evadirse es ya una necesidad y por supuesto, un auténtico placer.
Gracias Javier!
Bss
Berni

Anónimo dijo...

El presente, manipular el ahora, el miedo, el dolor, la injusticia reiterada, batallas sin medallas...........
No se puede decir mejor, ni hacer mejor retrato.
Luchar, muchas veces por el interés de otros a los que ciega su opulencia y su poder, dejarse la vida, el alma, las piernas, las manos, marcar con hierro la piel y el corazón, todo se pierden en el afán de labrarse un futuro, para luego no tener nada, para esconderse detrás de cualquier cosa, para vivir sin vivir, pero vivir, seguir viviendo a pesar de todo, tirando del carro de los recuerdos, casi siempre amargos, y hacerse siempre la misma pregunta ¿Por qué no hice esto o aquello?, fui yo? tuve yo la culpa? o fue el destino implacable?, y a pesar de todo pensar que mañana será otro día. ¡Qué vida esta!!!!, pero hay que vivir, "pintarse la cara color de esperanza" , seguir luchando sin perder la Fe y el amor, eso no nos lo puede quitar nadie.
Un ámbito para leer despacio, para escuchar la música y pensar, ¡Cuánto me gusta este espacio!!
Muchas gracias Javier y un fuerte abrazo.

María de la Cal.

Jezabel dijo...

Qué buen rato paso cuando vengo a tu cibercasa, impresionante el último vídeo. Un besazo.

José Alfonso Romero P.Seguín dijo...

Nos disminuye la terrible evidencia de no ser jamás completos. De estar siempre fragmentados. Es más, incabados. Es aún más, definitiva e irremediablemente condenados a no ser sino fragmento de un ser del que nada sabemos, tal vez por que ni es ni está, ni va a ser ni va a estar jamás. Esa terrible evidencia es la primera amputación en la hora de la conciencia. Después, nos adentramos en la deriva de la edad, dejamos a trás eterna niñez y todo es caer, todos es perder, todo, es automatismo y muñón.
Nos levantaremos siempre sobre lo que no somos porque efectivamente no somos. También por ello seremos en todo los que nos somos y que de otro modo nos estaría vedado.
Tienes el alma amigo tan bien constiruida que no se aprecian los herrajes, ni los ultrajes de esta maldición.
Es un placer leerte.
Recibe un fraternal abrazo.

Anónimo dijo...

Feliz año para usted y todos sus lectores.
Esperamos recibir un nuevo post para Reyes.
Un saludo afectuoso.

Related Posts with Thumbnails