3 de junio de 2015

SEQUOIA DE TURMALINA NEGRA





“El cielo está también en el río; cuando una nube cruza
sobre la luna la veo pasar en el agua “ 



El libro de jade 
Judith Gautier


"No hay peor
infierno
que
recordar
vívidamente
un beso
que nunca ocurrió." 


Richard Brautigan







"

En este punto, quisiera reparar en un hecho que considero oportuno.



Como sabes, algunos acontecimientos trascurren como una partitura musical, elementos medidos y atrapados en un pentagrama para ser interpretados, otros son realmente música, con mayúsculas. Por fortuna he vivido algunos de estos y los recuerdo irrepetibles y fugaces, como si surgiendo y desapareciendo casi al instante dejaran un rastro intangible de efímera seducción. No hay en esta revelación estética un lugar para el realismo o para cualquier otra realidad distinta a aquella que intuyo fue reservada a los dioses, su propia esencia. La primera infancia quizá, o aquella dimensión íntima y atemporal de las conciencias libres. 

Fue el dieciocho de mayo. Sobre el escenario se elevaba una inmensa columna negra, esbelta y luminosa, que empequeñecía la figura situada sobre la tarima, la de Vladimir Ashkenazy que ya esperaba mientras convocaba el silencio de la sala. Desde arriba hasta abajo, como una cascada, como un tronco, caía brillante y limpio su cabello fundiéndose, antes de llegar al suelo y sin límites claros, con el negro vestido de raíces ocultas. Era una sequoia gigante de brillante turmalina negra. Un tótem seductor e hipnótico. Sólo una fina línea blanca escapaba a la oscuridad uniforme y a la quietud cimbreante de ese fondo oscuro, el brazo que sujetaba el arco y que como una serpiente en el agua, como un ala sin plumas, se movía intentando mantener un vuelo imposible sobre el cielo de un Olimpo reservado a Sibelius. Hablo de la violinista Akiko Suwanai. Después el sonido. Pero para ello no tengo palabras.






En otra ocasión ordenaba fotografías antiguas cuando encontré una de Tortuguero. Era una cascada en alguno de sus ríos salvajes y bajo el agua sonreíamos felices, tú y yo, con una cortina de brillos en la cara, como si buceásemos en un mar de sol atrapado en papel de celofán. Por unos segundos quedé ensimismado con el deteriorado color de la imagen pero luego me deslicé, inconscientemente, a través de su profundidad. En un determinado momento, en un preciso instante que no recuerdo, empecé a sentir por la espalda y la cabeza el peso frío del agua y la dificultad para respirar y abrir los ojos y la ropa se me empezó a empapar mientras oía su estruendo chocar escandalosamente contra nuestras sonrisas. Me agarrabas de la mano con tanta fuerza que tu emoción surgía locuaz trascendiendo aquel instante a través de un tiempo, hoy lo sé, que volvería a mi mano otras muchas veces, como ahora. Y recordé todas aquellas innumerables veces en que había recordado la fuerza de tu mano en la mía.

Para mí, para cuantos como yo somos capaces de viajar a través de dimensiones inverosímiles, el concepto de realidad es mucho menos evidente de lo comúnmente aceptado y mucho más apasionante. 

Por eso, precisamente, podría haber empezado hoy diciéndote que acabo de llegar de Costa Rica otra vez y que me ha encantado bañarme en la cascada del Arenal, aquella en la que debimos de estar juntos entonces, que el agua estaba aún más fría, que el tono timbrado de tu sonrisa se mantiene intacto y que esta vez no me has arañado al resbalar sobre el musgo, tengo la fotografía que lo demuestra, la ropa empapada con tu abrazo de despedida marcado en la espalda y la nariz quemada por el sol. Y lo hago, te lo digo de nuevo, aunque todos insistan en que te fuiste para siempre hace tiempo, porque ellos en su limitada ensoñación de realidad ignoran cualquier cosa que no esté al alcance de sus manos.






La realidad, al fin, está en el interior. Como la locura que duerme, como la sequoia negra de turmalina. Aquel pelo negro y brillante cayendo en cascada desde una altura inalcanzable hasta tu sonrisa y la mía. Empapándonos de agua hasta la emoción y llenando de música nuestras manos desde el Stradivarius en las ramas del árbol de Akiko. En aquel tiempo tú no habías nacido aún, o no eras tú. Hoy es tu cumpleaños. 

Muchas Felicidades.

"




" Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy. La punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espalda magia: es allí a donde voy. En la punta del pie el salto. Parece historia de alguien que fue y no volvió: es allí a donde voy. ¿ O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Te espero. Es allí a donde voy. 

Clarice Lispector 
Es allí a donde voy, de Silencio










6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuál es la realidad real? La vivida? Sentida?Añorada?...? Sin duda la que sentimos.
Bendita realidad ficticia que me calma de felicidad! !!!
ENHORABUENA por tu entrada. Me ha calado como un chorro de verdadera verdad.
Un beso

Anónimo dijo...

Calma no, colma. jejeje
Aunque también es cierto que buscamos la realidad de la calma y la serenidad.

Anónimo dijo...

Hablar de música siempre es un placir,pero hablar de Akiko Suwanai me hechiza.
Ver fotografías antiguas hace revivir el pasado, algunas veces con gran intensidad.
Yo también le doy Muchas Felicidades.
esun granplacer asomarse a esta casa.
Mi agradecimiento y admiración.
Nube

César dijo...


Espacio de calma, ajeno a gritos destemplados y a corrientes de aire frío.

"Si cuando todo a tu alrededor se tambalea y permaneces en pie, ellos han bebido mal y tú tomaste café..."

Anónimo dijo...

El Cielo está donde Tú estás.

José Alfonso Romero P.Seguín dijo...

La realidad es el más complejo de los enigmas que estamos obligados a resolver. Ocurre que por pereza la nombramos simple en la simpleza de querer tener en ella un puerto refugio al que regresar en la hora de los sueños, en los días de soñar.
La realidad pone a cada uno y sus cosas en su sitio, decimos, pero es mentira, tanto como negar que los sueños son la más sencilla explicación de nosotros. La realidad no tiene fondo, ni derecho, ni revés, tampoco sentido, si alguno admite es el que nosotros le adjudicamos a fin de hacernos sostenibles en ella. La realidad es el universo hecho carne y virtud del alma, otra cosa es ese que hemos creado entorno a cada uno de nosotros y los demás, y al que llamamos civilidad digo, realidad.
Como siempre FJavier, tocas el alma para hacernos reales en mitad de una realidad inalcanzable.
Recibe un fraternal abrazo.

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