20 de agosto de 2009

ELECCIONES EN AFGANISTÁN


Afganistán es un país algo más grande que la península ibérica y con la mitad de habitantes. Su orografía es en un 75% montañas de más de seis mil metros, el resto es desierto y es tan áspera y estéril como parece. Sin embargo Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, parece estar siempre en boca de políticos y militares y raro es el día en que no es nombrado en los informativos de todo el planeta.
Entonces cabe preguntarse… ¿Qué es lo que tiene de especial este rocoso país que todo el mundo suspira por él y cómo es posible también que unos pastores montañeses, desharrapados e ignorantes (al menos aparentemente) tienen y han tenido en jaque a ejércitos de medio mundo?
Tal vez, si retrocedemos un poco en la historia de Afganistán, podamos encontrar algunas respuestas. Ya el mismísimo Alejandro Magno, en el siglo IV a.C., tuvo serios problemas en su avance conquistador por las tierras de Afganistán. Rápidamente se dio cuenta de que allí sus invencibles falanges no eran tan efectivas. Primero por lo complicado del terreno y segundo por la táctica de guerrilla que empleaban los nativos aprovechando su conocimiento de las montañas. Finalmente, el gran Alejandro, no tuvo más remedio que acabar recurriendo más a la diplomacia que a la fuerza para poder aplacar a aquellos diablos de las montañas. Las tribus afganas acabaron uniéndose y considerándolo su emperador, pero eso sí, después de que se casara con la famosa Roxana, la hija de un importante jefe.
Posteriormente la tierra de Afganistán sufrió una época bastante convulsa sufriendo diversas invasiones por parte de los yueches, turcos y heftalitas. Todos estos pueblos sufrieron en sus carnes la feroz resistencia afgana y ninguno llegó a conquistarlo. Durante este periodo de tiempo se impuso la religión budista y fue cuando se construyeron los famosos budas de Bamiyan.

En el siglo IX llegan los árabes. Nuevamente los afganos plantan cara a este nuevo invasor pero en esta ocasión son sometidos. Sin embargo sería en este periodo (siglo IX al XII) cuando las tierras afganas conocerían su máximo esplendor. Paso obligado de la Ruta de la Seda, nacieron numerosas y prósperas ciudades al paso de las caravanas. También en este periodo se produjo la Islamización que dura hasta la actualidad.
Pero la paz no dura demasiado y en el siglo XIII llega la invasión del imperio Mongol que, debido a la cruda resistencia que ofrecieron los afganos, arrasaron todas las ciudades dejando nuevamente a Afganistán convertido en un conjunto de tribus sin cohesión y constantemente enfrentadas.
Durante los siglos siguientes los afganos vivieron una época en la que se dedicaron a guerrear entre ellos.
Esta hostilidad vecinal acabará por convertirse en uno de las más características señas de identidad de los afganos. Para explicar esta peculiar convivencia, que perdura hasta hoy, basta conocer un viejo proverbio afgano:
“Yo y mi país contra el mundo; yo y mi tribu contra mi país; yo y mi familia contra mi tribu; yo y mi hermano contra mi familia; yo contra mi hermano.”
En el siglo XVIII, tras siglos de luchas intestinas, se consigue cierta unificación y en 1747 se establece el actual estado de Afganistán. En el siglo XIX comienza la influencia británica y la lucha por la independencia provoca hasta tres guerras anglo-afganas que se alargan hasta el siglo XX. Finalmente, en 1919, Afganistán logra la independencia de Gran Bretaña. Durante el colonialismo europeo, ingleses y rusos se disputaban Afganistán. Los rusos buscando una salida al océano Índico y los Británicos para garantizarse una amplia y tranquila frontera entre Rusia y su posesión más preciada, La India. Sesenta años duraría su independencia pues en 1979 son nuevamente invadidos. En esta ocasión son las tropas soviéticas las que entran en territorio afgano. Diez años duró está ocupación, hasta 1989, durante los cuales la Unión Soviética vivió su Vietnam particular. Los soviéticos tuvieron que abandonar el país con una clara sensación de derrota y con los Talibanes ocupando el gobierno de Afganistán. Si a un carácter tan beligerante como el afgano se le suma un fanatismo, la mezcla puede ser realmente explosiva.
A partir del 11-S la historia es más o menos conocida por todos. EEUU proclama una cruzada anti-terrorista aduciendo que es en tierras afganas es donde nace el terrorismo islámico. El gobierno Talibán es derrocado pero la situación en Afganistán sigue siendo caótica. En la actualidad se sigue luchando por acabar con los terroristas y por implantar la democracia.

Puede ser que estas razones sean ciertas, pero la realidad es que con un Afganistán bajo control el camino queda abierto para que comiencen a acelerarse los proyectos de construcción de oleoductos y gaseoductos a través de Afganistán y Pakistán hacia Karachi, la ruta mejor y más barata para transportar el petróleo de Iraq hacia el mercado Indio y Chino. También se cree que en suelo Afgano existen reservas de gas y petróleo, aunque esto no es algo que se plantee, al menos a corto plazo.
Por eso no es de extrañar que el pueblo afgano, con semejante currículum de invasiones, luchas e invasiones, sea un pueblo orgulloso y combativo, tan duro como las montañas que le rodean y que sea capaz de enfrentarse a cualquier enemigo con tal de defender su tierra a la que está tan apegado. Por algo Afganistán significa literalmente Tierra de los Afganos.













Texto visto en HISTORIAS CON HISTORIA

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