21 de septiembre de 2009

DON PRINGADO

La tarima, porción de espacio encerrado en caja de madera bajo los pies, parece guardar para algunos la estatura que le falta a la autoridad para hacerse visible. La miopía de nuestros políticos condiciona la categoría de sus placebos, hay que curar con parches legislativos a cuatro años vista al margen de análisis con suficiente calado social. De existir, estos podrían permanecer dormidos junto a la capacidad de iniciativa y respuesta de nuestra hibernada clase intelectual, suponiendo que esta también exista. En algunos momentos echo de menos a Ortega.

Perdón, es que hoy salgo de guardia.

Un sistema educativo diseñado desde y para la ignorancia... Un mundo laboral que cierra las puertas a un futuro sostenible, ya no digo atractivo... Mensajes sociales constantes -desde todos los frentes- de consumo irresponsable, superficialidad en las prioridades y banalidad en las consecuencias y las responsabilidades... Un océano de dobles morales y desautorización y alienación parental, una lucha soterrada o evidente de género amparada, fomentada y legislada... No quiero seguir.

Los que entienden de caldos de cultivo –yo no- y de estructuras e ingeniería social deberían de ponerse al servicio de otros intereses distintos de los políticos o comerciales. ¿Qué será eso que tienen el poder y el dinero?

Para mí la tarima es el ataúd donde se encierra un fracaso, el de nuestra clase dirigente. Siguen confundiendo autoridad y poder. Aunque, era de esperar, no habrá "tarima" para todos.


Viñeta vista en MANGAS VERDES

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