Gracias al regalo de un inesperado momento me encuentro en un oasis de placentera tranquilidad. Extraña sensación por inusual. Así, desde esta aparente guisa, oigo cómo me reclaman algunos asuntos pendientes y no evito dejarme arrastrar perezosamente hasta ellos.
Prensa atrasada. Dice la reseña que Cecilia “la Bartoli” levantó a los espectadores de sus asientos al final de sus “castrati” en El Real, en su reciente última visita. Me lo perdí, la guardia de turno es la responsable. Pero no me sorprende en absoluto su éxito porque estoy escuchando “Qual farfalla” de su “Sacrificium” y me es imposible permanecer sentado. “Un soffio di fiato”, me digo en tal transitoria friki-abducción, “un soplo de aliento”.
Prensa atrasada. Dice la reseña que Cecilia “la Bartoli” levantó a los espectadores de sus asientos al final de sus “castrati” en El Real, en su reciente última visita. Me lo perdí, la guardia de turno es la responsable. Pero no me sorprende en absoluto su éxito porque estoy escuchando “Qual farfalla” de su “Sacrificium” y me es imposible permanecer sentado. “Un soffio di fiato”, me digo en tal transitoria friki-abducción, “un soplo de aliento”.
Continúo en similar trance releyendo los crismas de felicitación que tan amablemente me mandan y que tan devotamente contesto. Es otro tipo de “transitoria abducción”. Retrogusto navideño que podría llegar a representar, me lo sugiere cierta memoria, incluso otro “soplo de aliento”. Para ello habría que trascender, como la Bartoli, y despojarse de cuanto acosa, consumistas pretextos de dineros y religiones, y trasladarse al mágico mundo invisible del denostado espíritu. Un alto en el camino. Un esfuerzo salvador. Otra vez la música. Sacrificium.
Está bien, incluso puede ser terapéutico. En especial para los que acostumbramos a dejar por el camino infinidad de asuntos pendientes que resultan a la larga, en su natural devenir, imposibles de retomar y solucionar adecuadamente. Quiero pensar, por tanto, que la Navidad bien pudiera ser un tiempo propicio para romper la inercia del cotidiano vértigo aceleradamente acelerado y detenerse sobre el suelo para recuperar los cimientos. Para intentarlo. Reencontrarse y tocar a aquellos que, siendo una compañía permanente, permanecen a una distancia inadmisible. Para aclarar el malentendido que nos mantiene tan lejos y mudos de nosotros mismos, con aquellos que son y serán siempre nosotros. Para mirarnos y mirar a los ojos con la graduación adecuada. En fin, recuperar velocidad, distancia, intensidad, afectos, pieles…
Imagino en este momento, brusco paso de la quietud a la acción, que la sala se pone en pié y rompe en una explosión de aplausos emocionados a mi Cecilia.
Si esto es lo que llamamos Navidad, esto es lo que os deseo.
4 comentarios:
Muchas gracias por el placer momentáneo de la música y por esos deseos tan bellos. Yo voy a poner empeño en seguir esos deseos y hacer que se cumplan, es algo que necesito.
No soy una persona a la que la Navidad de hoy en día le guste, aunque de pequeña me encantaba, supongo que como a todos los niños. Ahora más bien la detesto. Cuando llegan los "días clave" hago un esfuerzo para superarlos y que se note poco que en el fondo estoy triste.
Me vienen a la mente recuerdos pasados de personas queridas que ya no tengo y ese sentimiento me arrastra sin yo quererlo.
Te deseo lo mejor en estas fiestas, que las pases en buena compañía, y entre la quietud de una lumbre acogedora y la exaltación de los aplausos a la Bartoli. Por supuesto, te reenvío todos tus bellos deseos.
Berni.
Gracias Berni. Contar con esta muestra de tu tiempo y tu talento es un espléndido regalo de navidad.
Tus sentimientos me resultan familiares y te confieso que a mí me costó mucho aprender a viajar con la maleta tan llena de ausencias. Hermoso viaje a pesar de todo y todos.
Yo también te deseo alegría, de esa clase que no sucumbe ante los desafíos más duros y difíciles del día a día. De esos que tú tan bien conoces.
Un entrañable abrazo navideño.
En estos momentos tengo un sentimiento ambivalente. Por un lado me encanta que HOY hablen de la NAVIDAD. Gracias Javier. Parece que hay demasiada gente empeñada en borrarla. Por otro lado, me fascina el adviento, como tiempo de reflexión, preparación para las fiestas, y me da pena adelantar acontecimientos, es como consumir etapas, va todo tan rápido... Si nos descuidamos terminaremos poniendo los decorados navidaños en octubre. Por eso preferiría esperar al día 24 para felicitar las pascuas navideñas.
En cuanto a los recuerdos tristes, yo creo que cada época de la vida tiene que interpretar su forma de celebrar las fiestas. Creo que es inútil querer esperar de los Reyes Magos siempre lo mismo.
Difícil separarse del niño esencial para seguir creciendo sin depender tanto de ritos, amuletos, estaciones. Renacer.
Poder renacer en cualquier momento.
Navidad. Ahora y siempre, de día o de noche.
Gracias por tus comentarios que tanto invitan la reflexión.
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