3 de junio de 2013

RELIGIÓN & PENSAMIENTO



“Acaso,
voyerista ávido en una oscuridad esencial.
Así, un brillo verosímil
se revela como luz balsámica,
fugaz e imprescindible.
Acaso, transformación,
huracán, víctima, quietud,
agujero negro o sed.
Muerte lenta, contradicción.
Acaso, soy.”




William C. Beall , premio Pulitzer de fotografía de 1958
















En 1994 Kevin Carter sólo era uno más de tantos reporteros gráficos a la espera de disparar su cámara en un mundo convulso cuando el lugar y el momento adecuados tuvieron a bien elegirle para ganar un Pulitzer. Después, en contra de lo que cabría esperar, este prestigioso reconocimiento le situaría irremediablemente frente a una contradicción que, no pudiendo ser resuelta, terminaría por arrebatarle la vida. 


Kevin Carter, premio Pulitzer de fotografía de 1994


En el juego de roles que esbozaba su famosa imagen, él representaba la indiferencia de la sociedad occidental ante el hambre y la pobreza que abatían a la población sudanesa frente al capitalismo depredador encarnado en el buitre. Los reproches sociales por su aparente actitud pasiva, como deshumanizado testigo ante una muerte inminente que sólo él podía evitar, le cerraron su camino interior. Muy probablemente, supongo, no había leído a Sartre.



Entiendo que para Sartre tal contradicción hubiera sido fácil de gestionar, porque para él los intelectuales tienen precisamente la misión de evidenciar y denunciar públicamente todas aquellas contradicciones que forman parte de la esencia misma del hombre, al que ineludiblemente acompañan siempre. Lo explica en una entrevista cuando es preguntado sobre su opinión respecto a los reproches de aquellos que no ven en su comportamiento la coherencia que cabría esperar a tenor de sus denuncias sociales. “El intelectual es un hombre que vive su contradicción en el interior y exterior, que no tiene ningún poder, ninguna eficacia real. Y precisamente por ser ineficaz puede servir. Lo que hago no tendría sentido si no fuera desde el interior de esa contradicción entre lo que hago y lo que soy. Términos de una contradicción que están unidos y son al mismo tiempo incompatibles”.







Pero no es mi intención entrar ahora en las profundidades de pensamientos tan complejos, ni en la dimensión personal de aquellos que nos han enseñado a pensar a lo largo de la historia, sino reparar por un momento en el pensamiento mismo. 

Chomsky habla con Foucault. Miran desde ventanas aparentemente contradictorias, pero en realidad cada razón, pensamiento y palabra los acerca hacia un único final posible, que acaso sea construir una contradicción complementaria. En esa sintonía en la que van asentando alternativamente sus miradas, que es el diálogo, surge una sinfonía de pensamientos en busca de una razón que sólo existe en el pensamiento mismo y en su capacidad para avanzar hacia la única luz posible, la verdad.








El caso es que la filosofía ha desaparecido de nuestras aulas y ha dejado paso a la religión. No se trata de una contradicción porque esta decisión surge de una conveniencia y obedece a una eficacia política. Pero sí es un contrasentido desde la cartografía pedagógica, porque nos hará progresivamente menos reflexivos y más dóciles. Para al final presumiblemente permanecer en esa pertinaz adolescencia del pensamiento, donde la fe basta para explicar nuestras contradicciones, el más allá para dar sentido a nuestras vidas y un dios sobrenatural para marcar el espacio vital donde sufrir con resignación nuestra falaz insignificancia.




5 comentarios:

César dijo...

Utilizo especialmente el blog para evadirme. Una manera de escapar de la dureza del trabajo diario. Y vas tú y me haces pensar, me complicas la vida con filosofías y sofismos. No sé si darte las gracias o recordarte aquello de que el lobo es un "hombre para el hombre."
No tengo más remedio que coincidir contigo en que han desaparecido de los programas de estudios asignaturas imprescindibles como la filosofía que nombras y alguna otra. No hace mucho los abuelos eran los filósofos de andar por casa; sus refranes encerraban toda la filosofía que se transmitía de generación en generación. Y se les tenía en cuenta. No ocurre así en los tiempos modernos en que el parecer oscurece al ser, tal vez porque sea el ser, poco proclive a la solidaridad y le viene mejor el aparentar. Se vive para fuera, no se interioriza. Incluso en nuestro afán de protagonismo nos permitimos dar consejos de tenis. El que sabe, sólo piensa en aprender, el que ignora quiere enseñar.
Antaño se leía poco, pero se aprendía mucho. Actualmente también se lee poco, pero este estado de la información que padecemos nos tiene convenientemente desinformados, adiestrados para pensar aquello que quieren que pensemos. Y ahí se fraguan estados de esclavitud o de revolución.
La foto del pájaro y el niño evidencia el reflejo exacto de nuestra sociedad por mucho que queramos negarlo; nos importa un chupito lo que le pase al vecino si yo puedo sacar provecho de ello.
Y adorando al progreso y adormecidos por la religión tal vez consigan los objetivos finales; acabar con lo que realmente importa.La gente, la solidaridad, la vida vivida.
Y no nos hagas pensar, es feliz quien más ignora.


Anónimo dijo...

Siempre se supera, no sé que decirles, yo si que me siento insignificante ante ustedes. No se puede decir mejor el tema elegido y el comentario. Yo creo y necesito creer en Dios, necesito pensar que tiene que haber un mundo mejor, mas equitativo para todos, en el que salgan las mejores cualidades del ser humano ¡Que fuerte lo del buitre y el niño! Da escalofrío ver la irracionalidad de los animales, aunque la imagen recuerda la postura y el comportamiento de algunas "personas", que tenemos incluso dentro de la propia familia.
Un abrazo Javier.
María de la Cal.

José Alfonso Romero P.Seguín dijo...

Dios es nuestra primera boca, con ella buscamos conjurar el miedo a no ser más que aquello que somos. Los dientes, es cierto, son multitud en nuestro ánimo. Dios de justicia. Dios de venganza. Dios todo poderoso para todo poder. Dios ruin en la miserable fortaleza de una moral a medida…
Dios es la negación de la filosofía. La filosofía la afirmación del pensamiento. Ser dioses, sin embargo, se nos antoja más apetitoso que filósofos porque dios es razón de virtud y certeza, y filosofo solo desvarío de pobres de entendimiento en la sin razón de querer entender, de buscar explicar al hombre para explicarse.
La contradicción del hombre no habita en la debilidad de la creencia ciega del dogma o en la explicación del todo en el conocimiento de la parte, sino en la raíz de su falta de humanidad, en el íntimo conocimiento de que somos en nosotros y en los demás y sin que por ello hagamos nada para remediarnos en aquello que nos mostramos terribles.
La imposición de dios en la educación en el caso de gobierno, ni a eso alcanza, es solo la miserable cesión de un puñado de facinerosos ante el grupo de presión, ante la multinacional de la fe. Lo harían con cualquier otra cosa. Lo hacen con dios y en el nombre de dios, pero es solo ganas de mantener el poder.
La filosofía se arrastra en el alma porque es del alma y las almas pasan por las aulas tocadas de un dios menor, manoseo que las ha de llevar a la rebeldía de tomarse en el último y primero reducto de nuestra verdadera esencia el pensamiento.
Tu entrada refleja ese universo de la mano de la belleza. Porque no hay pensamiento que no sea bello, como tampoco dogma que no sea imperfecto.
Recibe un fraternal abrazo.

Berni dijo...

¿Pueden las contradicciones "matar" o llegar a romper nuestro mundo hasta el punto de no desear continuar en él?

Hace tiempo descubrí "la historia de Kevin Carter"..., te dejo el enlace, por si no lo hubieras visto...
https://www.youtube.com/watch?v=RtKuSG6oB9A

Berni dijo...

Kong Nyon, el niño que sobrevivió al buitre...
https://www.youtube.com/watch?v=kVeNxb8isdU

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