21 de septiembre de 2018

TANGO OTOÑAL



ANNA



"Cuando fuimos creados,
ya se encontraban las manos divinas
hastiadas.

Por eso,
somos frágiles y morimos. Y amamos,
para restituir la divinidad de lo
onírico."

Alberto Costa e Silva 

5 de septiembre




MICHAEL LEONARD



Jorge es anatomopatólogo, compañero y amigo entrañable. Me mandó este Mail:


Estimado Javier:
Sé que tienes un blog y he pensado que quizá te gustaría reflejar en él esta sorprendente historia que me sucedió hace tres años. La dejé escrita en mi diario de trabajo y con algunas pequeñas correcciones la recupero y comparto contigo ahora. Ya me contarás. Un cordial saludo desde Buenos Aires. Jorge.


DALIAH L AMMAR


La penumbra llenaba la habitación y daba la impresión de que la luz brotaba de ella. Una escena que bien habría podido describirse como de tarde otoñal. Estaba blanca, más que nunca, recostada en el sofá con la cabeza levemente inclinada hacia la derecha y con expresión serena, como si se hubiera quedado dormida plácidamente con los ojos abiertos y la sangre le hubiera abandonando de manera súbita. Aparentemente ningún signo de violencia. A excepción, si acaso, de su mano. Una hoja de papel manuscrito y amarillento permanecía arrugada en su mano derecha, la sujetaba con fuerza, tensa, como si intentase en el último instante sobrevivir impidiendo que esta se le escapara de entre los dedos, y que desentonaba ostensiblemente con el aspecto del resto del cadáver. Aún así le pareció hermosa al policía que, debido a la marcada rigidez, no quiso extraer el papel de su mano y que acertadamente anotó en su agenda el posible momento del fallecimiento, doce a veinticuatro horas antes de las siete de la tarde.



Al lado del cadáver una caja de cartón llena de sobres amarillentos, agrupados con lazos de colores, y varios folios apilados, permitían suponer que se encontraba releyendo antiguas cartas, de esas que se mandan y guardan con mimo los enamorados, cuando le sobrevino la muerte.



Vi las fotografías detenidamente y a tenor de ellas nadie habría sospechado que la causa del fallecimiento no fuese natural. Su juventud y lo inesperado del óbito me obligaron a realizarle la autopsia, tal y como marcan las leyes en estos casos. Sí, soy el forense que le realizó la autopsia y el primero que leyó la carta que había en su mano. Y que sin más dilación paso a reflejar:






KATYA GRIDNEVA



“Mi adorada Marieta:

Habría preferido despedirme de ti de otra manera pero como bien sabes los últimos acontecimientos nos han distanciado enormemente y me ha sido imposible llegar hasta ti como habría sido mi deseo. Te he echado de menos más de lo que podría expresarte con palabras ahora, mi dulce amor, y me duele infinito que mi enfermedad te haya hecho sufrir hasta este límite en el que se hace imposible sobrevivir al propio dolor sin alejarse de aquello que se ama. Seguro que te has sentido también muy sola, pero te confieso que me alegro de que no vieras los estragos que me ocasionó la enfermedad mientras me fue apagando. Quiero decirte que sin la más mínima duda y a pesar de todo lo sucedido aún te amo, más que nunca. Aunque ahora sea de otra manera. Esta distancia es mucho más cercana y, liberado al fin de mis ataduras, puedo sentirme suficientemente sereno a tu lado como para recuperar el recuerdo de esa intimidad limpia y profunda que tuvimos tú y yo y que dio sentido a mi vida. Quisiera poder consolarte ahora, amada mía.

A pesar de todo, Marieta, tengo que confesarte que te eché mucho de menos en mi funeral. Lo deseaba con todas mis fuerzas. Hasta el último momento conservé la esperanza de que aparecieras y poder verte antes de partir, este fue mi secreto consuelo durante el tiempo que duró mi dolor. Estoy seguro, cariño, que tuviste motivos más que suficientes para no acudir pero no he podido evitar que ello me haya conmocionado. Como ya sabrás, los demás también se extrañaron de no verte en mi última despedida pero, te lo aseguro, ninguno de los comentarios que hicieron contra ti me afectaron lo más mínimo. Nadie comprendió durante mi larga agonía que no estuvieras a mi lado, menos yo. Sin embargo, Marieta, esta ausencia tuya final me ha dolido tanto que me ha impedido partir en paz conmigo mismo, con esa sensación de haber concluido felizmente esta relación que tuvimos tú y yo. Al final algo se ha interpuesto en mi camino. No es voluntad mía.

Desconozco qué me aguarda ahora, pero no temas, yo nunca te haré daño. Me aferro a la certeza de que nada nos separará ya y que podré esperarte desde esta invisible cercanía en la que me encuentro hasta que estés lista para acudir hasta mí, hasta que al fin pueda concluir esta despedida pendiente. Te amo. Te espero. No tardes.

Siempre tuyo.

Alfredo.”




SARAZHIN DENIS


En efecto, la autopsia fue negativa. El estudio grafológico de la carta concluyó con absoluta certeza que el autor de aquellas letras, firma y rúbrica, había sido el esposo fallecido días antes a consecuencia de una larga enfermedad. El sobre de donde fue extraída tenía un matasellos ilegible y aparentaba ser tan antiguo como la carta misma que, sin embargo, se encontraba fechada el día del entierro. Nadie vivo intervino en su muerte. Hay emociones que matan, sin duda.

A mí, sinceramente, me sigue pareciendo increíble.


SUN LOU



"Cuando las amadas palabras cotidianas pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan, ni el agua, ni la ventana,
y ha sido falso todo diálogo que no sea con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela y las manzanas puestas a guardar.
 Cuando la forma de los árboles ya no es sino el leve recuerdo de su forma, 
una mentira inventada por la turbia memoria del otoño, 
y los días tienen la confusión del desván a donde nadie sube 
y la cruel blancura de la eternidad hace que la luz huya de sí misma, 
algo nos recuerda la verdad que amamos antes de conocer; 
las ramas se quiebran levemente, 
el palomar se llena de aleteos, 
el granero sueña otra vez con el sol, 
encendemos para la fiesta los pálidos candelabros del salón polvoriento 
y el silencio nos revela el secreto que no queríamos escuchar. "
Jorge Teillier 
Otoño Secreto, de Para ángeles y gorriones



TROY BROOKS




1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo sí me lo creo, es más emocionante hacerlo.
Muchas gracias por recordarme, Javier, también ha sido muy emocionante.
Besos y abrazos a raudales.

Jezabel

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