14 de agosto de 2009

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Estoy llegando. Sin duda es el momento de la liturgia, es el momento de hacer ofrendas a los dioses. Apartaré mis mejores animales y los sacrificaré en sus altares de piedra junto con mis mejores frutas y manjares y repetiré en voz alta mis oraciones de agradecimiento.

Por fin, tras vagar perdido durante meses en un árido desierto, he podido disfrutar de la estancia en un oasis que jamás habría imaginado. Parece mentira que la vida pueda ofrecer semejantes contrastes. Los dioses marcan caminos difíciles de entender; si injusta, terrible e incomprensible fue en su día la travesía, ahora se me antoja proporcionada al premio obtenido.

Las vacaciones han terminado. Tras ellas queda una innumerable cantidad de recuerdos y una piel nueva. Nada puede ser ya lo mismo que era, me digo. Pero pongo los pies tímidamente en la realidad y ella me vuelve a hacer sentir el abrasador calor de su arena y el sofoco y sudor me nublan la razón y me pregunto si todo aquello que he vivido no habrá sido sino un simple y pasajero espejismo.


"Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas."

Konstantínos Kaváfis

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