9 de octubre de 2013

BESOS DE OTOÑO



"Vivo en un país tan grande que todo queda lejos
la educación,
la comida,
la vivienda.

Tan extenso es mi país
que la justicia no alcanza para todos".


Lina Zerón (Un gran país)




Ann Street Studio






Arte visual, dibujo cinético, pasión por el movimiento y el arte del carbón sobre el papel. Un laboratorio de pintura en el que Heather Hansen experimenta con un proceso que, en mi opinión, seduce más por la sutil idea que por el resultado. Una pasión casi enfermiza y muy contagiosa por una forma lúdica de creatividad que mezcla la danza con su huella sobre el papel, simulando quizá un pentagrama impresionista, y que bien podría catalogarse como un tipo de poesía corporal digna de ser conocida. 







"Despierto en este momento. La radio lo hace también. Escucho, con los ojos cerrados aún, alabanzas sobre la ubicación de un motor con el énfasis propio de un acontecimiento sobrenatural. Pero yo no quiero saber dónde se esconde ningún maldito motor, pienso, sólo quiero poder desplazarme con el coche por la vida tranquilamente, avanzar en la dirección que conduce hasta el lugar donde se pueden hacer esas cosas con las que habitualmente uno construye su pequeño universo personal. Por desgracia, me digo, no todos los planetas habitados por sentimientos se encuentran a la distancia que alcanzan unos pasos. Miro en la penumbra y te veo salir.




























Amanece. Y aunque la radio insiste crispada sobre tal o cual partidos políticos y sobre sus engañosos argumentos yo, aún bostezando, quedo atrapado en ese resplandor que aparece en tu cuello cuando levantas la cabeza para buscar el café en el último estante, montaña brillante de piel canela que surge cerca de un surco equidistante entre tu hombro desnudo y tu sonrisa de nata, bajo el mechón. Evoco los besos míos que guarda ese paisaje. 




























Después, mientras escucho con indiferencia sobre la prima de riesgo y los datos en la apertura de Wall Street, reparo en la elegancia del movimiento de tus brazos delgados, ese baile que trazan en el aire, estética fascinación de una geometría elíptica que se me antoja tribal. Quedo así ensimismado, aferrado momentáneamente a la punta de tus dedos, en un adagio donde el eco se repite una y otra vez, a cámara lenta, generando dibujos de pentagrama. Hasta que tu cálida voz me despierta de repente sobre el ruidoso fondo que anuncia la próxima convocatoria de una próxima huelga y tu proximidad caliente me trae el aroma a pan tostado. Voy hasta el café a tu lado como un amante distraído, disimulando que lo hago para mirarte, mientras se oye lejano el reproche que le hace el hambre a la corrupta codicia de los más poderosos, y la indignación que lo acompaña aguarda un momento para no tropezar con nosotros mientras bailamos alrededor de la mesa de la cocina un desayuno de piel y zumo de naranja. Apago la radio y deslizo disimuladamente un billete en tu mano mientras sonríes.





























No quiero saber dónde se esconden esos malnacidos, te susurro al oído mientras te acompaño a la puerta, sólo quiero poder mirar desde la almohada los rayos de sol que asoman por la ventana y se confunden con el movimiento de tus ojos de miel mientras despierta la luz de tu sonrisa -me besas en la mejilla- y poder desplazarme por este pequeño universo personal que construimos, tú y yo, cada mañana de domingo".

















8 comentarios:

Matices dijo...

Desde el principio al final todo enlaza, desde la realidad actual, al momento estacional. Hasta esa libertad que podemos experimentar cuando nos alejamos hacia nuestros pensamientos y nuestros anhelos se muestran desde la sencillez, lo cotidiano y cercano... "son aquellas pequeñas cosas..." (como diría la canción).
Recuerdo que recalé aquí en Otoño por primera vez.
Un beso.

Anónimo dijo...

Los colores, verdes, amarillos y ocres son preciosos, pero no me gusta el otoño, el paisaje se me antoja más grande y más lejano, algo parece que se cae del corazón, dejándome la sensibilidad a flor de piel.
En esta sensación que me produce frío y desamparo, me vienen a la cabeza las imágenes de los "sin techo" esas almas a las que todo les queda lejos, como dice Lina Zeron.
He oído estos días en los telediarios que su presencia no resulta cómoda y los ayuntamientos se plantean echarlos para mantener la buena imagen de las calles, ¡que pena! siempre contra el más débil. No creo que todo sean mafias.
Dan mejor imagen al país los políticos amigos de lo ajeno. ¡En fin!!

Originales pinturas para caer rendido.

Un fuerte abrazo.

María de la Cal

LaCuarent dijo...

Eso es una gran mañana de domingo, no dejes nunca que la vida exterior la contamine y olvida la radio

En cuanto a la artista opino como tu la idea es interesante pero los resultados no tanto aunque visualmente tienen su punto

Un besote

Berni dijo...

Me gustan tanto los resultados como la ingeniosa técnica de Heather Hansen, la creatividad de algunos es admirable.
El relato es excepcional, un cálido y entrañable presente de otoño. Graciaaaas

Jezabel dijo...

Qué estética y relajante H.H.
El otoño no me gusta, conecta con mi lado oscuro y se alían.

Besos

José Alfonso Romero P.Seguín dijo...

Deslizarse en todo como lo hacen las otoñales hojas de esos calendarios de savias y sueños que adornan los bosques y las almas. Deslizarse como lo hacen las calles por las que transitan unos y otras enlazados por una cintura que no es de ellos ni de ellas sino de esa belleza que ordena en perfecto desorden todo aquello que nos emociona infinito en todo cuanto hacemos, aún cuando ese hacer sea no hacer nada. Deslizarse por las cosas para amarlas sin tocarlas, para poseerlas sin propiedad, para espiritualizarlas sin idolatría, para amarlas, al fin, en la levedad de su grandeza. Deslizarte, eso haces en tu quehacer creativo, deslizarte hasta desangrarte y desangrarnos de la fealdad de la vida para recrearnos en la hermosura de vivir entre las líneas curvas de una estética difícil que no imposible.
Se nos manchan las manos de amarillo al tocar el otoño y de azul al tocar el cielo y se nos tizna el alma de tréboles de cuatro hojas cuando volamos a ras del fuego.
Magnífico texto, enorme.
Recibe un fraternal abrazo.

Anónimo dijo...

Había una vez una señora un poco despistada, que a través de internet encontró un bonito blog con unas preciosas fotografías en el que se reflejaban muchos temas todos tratados con gran inteligencia, finura y humildad, y en el que había también unos preciosos comentarios, y se aficionó a el. Tenía tantos y tan variados temas el blog, que no le había dado tiempo a leerlos todos, pero un día (el domingo), con un poco mas de tiempo, leyó uno con una entrada dedicada a María de la Cal. ¡Vaya ese nombre me suena!! Ya había pasado tiempo desde que estaba escrito, pero como nunca es tarde……le doy las GRACIAS y extiendo mi mano para estrecharla con la suya en el más cordial de los saludos.
Un abrazo.
María de la Cal.

tutorialumnos@gmail.com dijo...

ME HA ENCANTADO ESTA ENTRADA ME LLEVO EL VIDEO Y TE ENLAZO EN MI BLOG.

GRACIAS!!!

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