30 de octubre de 2014

PUERTAS Y ESPACIOS





" [19] 
El corazón es agua 
que se acaricia y canta. 
El corazón es puerta 
que se abre y se cierra. 
El corazón es agua 
que se remueve, arrolla, 
se arremolina, mata. "

Miguel Hernández 
Soneto de Cancionero y romancero de ausencias







"
Es un sueño que se repite cada vez con menos nitidez, como perdiendo los vértices que permiten recuperarlo. Al principio era una puerta, o muchas, luego sólo espacios. Así, tras cada nueva noche, progresivamente, se crea la imprecisa conciencia de estar soñando un sueño que a su vez sueña con él. Ya no soy capaz de entrar ni de salir. Soy yo quien te habla, creo ser yo. He perdido el argumento. Más lejos, más otro… 








Creo recordar que están presentes la Edad Media, la diosa Venus, una mítica montaña -Hörselberg entre Gotha y Eisenach, muy cerca de donde nació Johann Sebastian Bach-, una caverna, la poesía, un poeta enamorado y un milagro.

Pero, sobre todo, adivino un símbolo que parece justificar una leyenda.









Para mí, la clave de este jeroglífico se revela a través de un espacio prohibido, el que conduce al corazón de una ciudad cuyo perímetro sagrado es un surco amurallado por donde no es posible pasar y donde un vano, al que no llegó el rito del arado etrusco, engendra la puerta cuya luz nunca me atreví a mirar. Sueño o realidad soñada, confieso que han sido muchas las ciudades cuyas puertas fueron vetadas a los guerreros como yo. Sí, soy un guerrero. Luego te hablo del soldado Todd O-POS 3465, quien se hacía tatuar en el brazo las batallas ganadas, de haberle emulado llevaría ahora en el mío el nombre de las innumerables puertas que me derrotaron. No fui un cobarde, me justifico, pero tampoco inmune al poder sobrenatural de los dioses y sus caprichos.











Después confieso haberme empeñado en inútiles asedios, cuando aún ignoraba el arte de la guerra, los enumero, ciudades inmensas a las que nunca pude acceder pues sus murallas, espacios abiertos apenas cartografiados, y sus puertas, sin más estructura que la que horada el viento, se revelaban infranqueables para quienes no estuvieran dispuestos a arriesgar la memoria del tiempo vivido o la conciencia del propio espíritu. 

No me sorprende en absoluto que en el recuerdo evocado por mi amigo Roy Batty, antes de su última y definitiva llama, estuviera presente precisamente una luz frente a una puerta. La puerta, las puertas cerradas, infranqueables o sin retorno.







He conocido ciudades que invitaban a la fascinación y cuyo perímetro sagrado era el de una piel tostada en la que se abrían poros, como puertas luminosas, donde la retina y sus espejos convexos reflejaban mundos habitados por fantasmas. No me aventuré.

En fin, deslumbrado dentro de la geometría de este prisma de innumerables puertas, despierto al intuir tu presencia y la mía juntos, resignado al vértigo de un abismo que me quiebra, y sin más certeza que la memoria de haber estado tranquilamente charlando contigo, junto a un café caliente, en la librería Tannhäuser.
"















Las fotografías son de TINA KAZAKHISHVILI

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