21 de junio de 2018

LE SIXIÈME ÉLÉMENT


"Brillas tierno en los postrímeros y
errantes días, en la despedida de la
puesta de sol, como la sombra que se abraza
al cielo. 


Vagas como un resplandor en el Oeste,
retienes el día o mueres, prolongas 

el encantamiento de ser paraíso y averno.
"


Fyodor Tyutchev
Amor duradero











Milena Naef





"Hay que remontarse muy atrás en el tiempo para dar con el origen de mi suplicio, hay que retornar a esa aurora de mi juventud, cuando me creé un fantasma de mujer que adorar. Me agoté con esa criatura imaginaria, luego vinieron los amores reales con los que no alcancé nunca esa felicidad imaginaria cuya idea estaba en mi alma. He sabido lo que era vivir para una sola idea y con una sola idea, encerrarme en un sentimiento, perder de vista el universo y poner la vida entera en una sonrisa, en una palabra, en una mirada. Pero incluso entonces una inquietud insoportable turbaba mis ensueños. Me decía: “¿Me amará ella mañana como hoy?” Una palabra que no era pronunciada con tanto ardor como la víspera, una mirada distraída, una sonrisa dirigida a otro que no fuera yo me hacía desesperar al instante de mi felicidad. Yo advertía su final y, dado que me acusaba a mí mismo de mi desventura, no he tenido nunca deseo de matar a mi rival o a la mujer cuyo amor veía extinguirse, sino siempre de matarme a mí mismo, y me consideraba culpable por no ser amado. 
Relegado al desierto de mi vida, volvía a él con toda la poesía de mi desesperación. Trataba de descubrir por qué Dios me había traído a este mundo, y no conseguía comprenderlo. ¡Qué pequeño sitio ocupaba sobre la faz de la tierra! Aunque toda mi sangre se hubiera derramado en las soledades en las que me adentraba, ¿cuántas briznas de brezo habría manchado de rojo? Y mi alma, ¿qué era? Un dolorcillo desvanecido que se mezclaba con los vientos. ¿Y por qué todos estos mundos en torno a una criatura tan mísera, por qué ver tantas cosas? 
Anduve errabundo por el globo, cambiando de lugar sin cambiar de ser, buscando siempre y sin encontrar nada. Vi pasar por delante de mí nuevas hechiceras; unas eran demasiado hermosas para mí, y no me habría atrevido a dirigirles la palabra, otras no me amaban. Y, sin embargo, mis días pasaban, y estaba espantado por su rapidez, y me decía: “¡Vamos, date prisa por ser feliz! Un día más, y ya no podrás ser amado”. El espectáculo de la felicidad de las nuevas generaciones que surgían en torno a mí me inspiraba los arrebatos de la envidia más negra; si hubiese podido aniquilarlas, lo habría hecho con el placer de la venganza y la desesperación.
"


Chateaubriand

Amor y vejez (fragmento)










Aquel elemento inverosímil e insospechado que marcó mi mirada con un tipo de vida que ya nunca volvería a ser la misma. Etéreo, invisible, ubicuo, decisivo, íntimo, huidizo. El amor.
Nunca hubo lugar en mi boca para los reproches. Soy muda de resentimientos. Confieso que cuando quise a alguien lo hice de verdad, sin esperar nada a cambio, y acepté sin cuestionarlo el amor que me ofrecían como si se tratase de un regalo. Los únicos que de alguna manera marcaron mis límites fueron el cariño y el respeto, porque fuera de ellos no soy capaz de reconocerme. De la deserción ajena no guardo sino respeto a la libertad del otro y agradecimiento, porque haberme ayudado a crecer en la felicidad y el sufrimiento me ha hecho una mujer generosa y porque, no creyendo nunca que nadie tuviese la obligación de quererme, el amor pudo transformarme más allá de mi capacidad de entendimiento. Los inevitables desencuentros, muchos, dejaron cicatrices, dolor y silencio imborrables. Me declaro culpable de todos estos infiernos. Sé que jamás podré perdonarme. Aunque tenga el derecho de perdonar al otro para dejarlo ir, juro que no me fue necesario nunca porque jamás me sentí ofendida, acaso desolada. Lamento la torpeza con la que no pude evitar el desamor, pero ni en los momentos más oscuros exigí que se cumplieran las promesas recíprocas con las que la pasión ilumina los ojos y acaricia los oídos y la piel. Aprendí a ser presente cuando el amor estaba cerca como si fuese el último día, a cerrar los ojos y revivir intensamente el pasado en su ausencia y a soñar alocadamente deslumbrada ante el hechizo de su inminencia. En muchas ocasiones cambié de personaje y de perspectiva en mi papel de amante para indagar sobre mí misma en este acontecimiento de la imposible cercanía que siempre me ha desbordado de plenitud, la intimidad. Nunca conseguí situarme a su altura, lo reconozco, embriagada por una emoción que me mantuvo permanentemente rezagada. También escapé por miedo al fracaso, para no volver. A tenor de mis inicios, ahora puedo verlo con claridad, para cualquier observador habría sido evidente que mi destino final sería esta ausencia. He amado mucho, intensamente. Me han amado. Hoy sólo quedan recuerdos, esquivos y cambiantes. A pesar de todo, aún sigo enamorada. No lo entiendo ahora, no lo entendí entonces y no lo entenderé nunca.



Claudia Shöder (PS)
Memorias (fragmento)









No hay, no siempre hay, concordancia entre el camino donde dejan huella nuestros pasos y el destino emocional que marca nuestra vida. Algunos, ante tal conflicto, se acomodan en esa trinchera de la supervivencia social que puede ser, con frecuencia lo es, el hogar donde permanecer agazapado al abrigo de la mirada indigente de los demás; aunque esa opción diste mucho de aquella condición humana que podría denominarse como “vivir la vida”. Así, comprometerse con la coherencia y ser consecuente desde esa encrucijada, desde ese aleph borroso e incierto, donde se toman las decisiones más duras e inexplicables, se convierte en un acto de fe, de valentía, en un disciplinado transitar por el laberinto de un espacio virtual desapacible cuyo destino final es una supuesta saciedad que escapa a medida que nos aproximamos a ella. Frustración es una palabra demasiado fresca, semejante a levantar la mirada, a gritar sin miedo, como para ser pronunciada por un hombre hundido, cabizbajo, mudo, vencido. Por eso la espalda curvada de quien se apoya en el bastón para darle a cada paso más tiempo del necesario me recuerda a quienes buscan hasta el último suspiro de sus vidas sin encontrar ni la respuesta, ni la desesperanza, llegando a perderse incluso en la perspectiva de su pregunta iniciática.
” 


John Lars (PS)
Disecciones (fragmento)













"Voy a asesinarte con amor;
voy a sofocarte con abrazos:
voy a abrazarte, hueso por hueso,
hasta que estés del todo muerto.
Entonces cenaré con tu delicioso tuétano.

Te convertirás en mi Sahara personal
y me asolearé en ti, después de un solo trago
drenaré lo salobre que te quede.
Con mi cuchilla femenina tallaré mi nombre
en tu palma más ambiciosa
antes de talarla.
Luego inhalaré el último de tus oasis.

Y en el desierto total en que te convertirás
me habrás de ver estirada, de un horizonte a otro,
opulento espejismo.
Balcones de glicina goteando violetas.
Paisajes ardiendo en cristal, enlazados en oro.

Convocarás cada grano de arena
y avanzarás hacia mí en dunas ondulantes
hasta que arribes a un repentino azul de mar:
un Mediterráneo que acaricie tus orillas de polvo;
verdor obstinado deslizándose tierra adentro, desnudando veloz
tus tierras áridas; las suculencias brotando por todas partes,
la vida sorpresiva. Y yo seré aquel verde.

Cuando estés alimentado y rociado,
con retoños entramándose en las rejas, las cúpulas, los capiteles
hasta que resucites como un campo en flor,
habré de devorarte, mi alimento natural,
mi amo, mi última cena en la tierra,
y comenzarás a morir de nuevo.

"



Carolyn Kizer
Amoroso aliento

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